“Esperaba de Tsipras un mejor análisis de la realidad”


Luis Martín: Buenas noches, profesor Rivas.
David M. Rivas: Buenas noches.
L.M.: David Rivas, profesor de la Autónoma de Madrid, es ya un contertulio habitual. Está en Asturias, en su casa, en el campo, y le llamamos con asuntos de urgencia. Hablamos de Grecia. ¿Qué le parece?
D.M.R.: Creo que es un desastre. Y lo es porque el referéndum convocado tiene muy mala solución. Tal y como está la economía griega da lo mismo lo que salga del referéndum porque la economía no puede quedar más dañada de lo que está. El “no” es salir del euro y volver al dracma. Si pasa eso y devalúan el dracma podrían sentar las bases de una recuperación, pero yo no lo tengo muy claro.

L.M.: ¿Qué le parece esa convocatoria de referéndum?
D.M.R.: Pues mire, voy a meterme en un jardín. Muchos hablan de gran ejercicio de democracia. Docenas de amigos míos tienen la bandera cristiana ortodoxa azul y blanca como perfil en sus cuentas de internet. A mí me parece una irresponsabilidad. Un gobernante debe gobernar. Si no nos gusta este modelo siempre tenemos las comunas anarquistas o los concejos abiertos de mi país. Eso de no tomar decisiones y refugiarse en un referéndum no me gusta nada. Ya lo vimos por aquí en algunas ciudades. Es tirar de una aparente democracia de base para ocultar que no tienes ideas o que no tienes reaños. No me gusta. Un gobernante debe decidir y ser responsable ante el pueblo y ante la historia de su decisión. Si me trasladan a mí la decisión, ¿para qué los elegí, para qué les pago? Hace mucho tiempo que Santayana, un genio, dijo que en Grecia los sabios hablan y los locos deciden. A ver si va a ser cierto.
L.M.: ¿Era inevitable el desastre de la economía griega?
D.M.R.: Me parece que se podía haber evitado pero los gobiernos griegos han sido unos irresponsables. Todo se torció en el 2008. El gobierno socialista de Papandreu, el derechista de Samaras y este, no sé cómo definirlo, de Tsipras, fueron experiencias fallidas. Ninguno combatió el fraude fiscal, que es el mayor de Europa; ni abordó la economía sumergida (un 25 por ciento del PIB); ni repatrió el capital de Suiza, que se estima en ochenta mil millones de euros; ni puso coto a la corrupción, la más fuerte de Europa; ni se reformó la administración; ni se les puso límites a los monopolios. También erró, y mucho, la Unión Europea. Grecia acumula una recesión tras otra.
L.M.: ¿Dónde estuvo el error?
D.M.R.: No es fácil dar una respuesta. Grecia se entrampó con los gastos de las olimpíadas de 2004, que nunca deberían haber programado. También incrementaron en demasía los gastos militares. Le voy a hacer un chiste, un tanto amargo, es verdad. Ahora muchos nos hablan de que la patria de la democracia no puede ser paria de la democrática Unión Europea. Yo no creo que Grecia fuera una democracia en el mundo clásico. Es que ni siquiera era Grecia. Grecia es un país balcánico de cultura más o menos turca. Nada tiene que ver la Grecia actual con Platón y con Aristóteles. Cuando Constantinopla pasó a ser Estambul las cosas se hicieron distintas en aquel finisterre mediterráneo. Cuando Grecia entró en la hoy Unión Europea en 1981era un país al margen de Europa y con nula participación en la política de integración. La decisión entonces fue política y hoy es lo mismo. El chiste, por así decirlo, es que en la construcción del partenón, en tiempos de Pericles, se gastó, dice Plutarco, todo lo ganado en trescientos años de guerras ganadas a los persas. Marx decía que las luchas en aquel Egeo de la antigüedad fueron guerras entre acreedores y deudores y que sólo acabaron con la esclavización de unos en favor de otros. ¿Ve cómo es importante que los niños sigan sabiendo de filosofía?
L.M.: Pero, esta batalla, ¿es solamente económica o también política?
D.M.R.: Es evidente: es cuestión económica y política. La UE y el FMI fuerzan a Grecia para acogotar a las clases medias, a los pensionistas y a los parados. Con eso pone contra las cuerdas a Syriza, a sus electores. Incluso exigen rebajar los gastos en defensa, cosa que pone de los nervios a los nacionalistas de derecha que apoyan al gobierno izquierdista. Los sectores más duros de Europa pretenden ahogar a la base electoral de Syriza y, de paso, acorralar a movimientos parecidos, como puede ser Podemos en España.
L.M.: ¿Cree que Tsipras tiene razón?
D.M.R.: Aquí no es asunto de quién tiene razón. Yo creo que Tsipras, pidiendo un “no” en el referéndum pero diciendo que eso no es romper con la Unión Europea, lo dice todo. Juncker, en su consabida simpleza, acierta cuando dice que un “sí” es un “sí” a Europa. La historia está llena de dirigentes con buenas intenciones que llevaron a su país al desastre. El mejor ejemplo es Napoleón: trató de imponer la libertad y los valores revolucionarios y acabó entregando Francia y toda Europa al absolutismo y a los borbones. Los puros suelen acabar en el ridículo o en el patíbulo. Los más poderosos acaban en el exilio, más o menos dorado. Tsipras confió en jaculatorias, en bálsamos, no sé si sabiendo o no que aquello no era posible. Después recurrió al recurso fácil de echar la culpa a otros y a hablar de conspiraciones internacionales. Yo esperaba una mayor altura moral y un mejor análisis de la realidad. Decía el maestro Galbraith que la política era el arte de elegir entre lo desagradable y lo desastroso. Me parece que Tsipras optó por lo desastroso. Yo optaría por lo desagradable. Pero la Unión Europea debería ser un poco más razonable y conocer mejor la historia. Una Grecia desahuciada y desquiciada sería el aliado ideal de una Rusia que está volviendo a las ideas imperiales de los zares y de Stalin. Putin está deseando acariciar el mar Egeo. 
L.M.: ¿Ya no queda posibilidad?
D.M.R.: Creo que sí. Pase lo que pase con el referéndum, nada es irreversible. Pero, eso sí, los precios de la negociación serán distintos. Tsipras debe darse cuenta de que se enfrenta a un abismo. Lo que no sé es si se da cuenta de ello. Emplee Grecia la moneda que emplee no deja de deber más de diez mil millones de euros de aquí a diciembre. Y su deuda es de 240.000 millones. Puede no pagarlos, claro, pero quedaría en una situación terrible en la estructura internacional.
L.M.: Usted siempre dijo que Grecia seguirá en la Unión Europea y en el euro.
D.M.R.: Y lo sigo pensando. Tal vez me equivoque. Ya sabe que los economistas no somos muy buenos profetas. Creo que aún estamos a tiempo. Y si la cosa se rompe, la Unión Europea se verá reforzada, tras un ajuste que no será muy grave. Sin Grecia vamos a marchar mejor. Esta crisis va a suponer un catalizador para la eurozona y el Banco Central Europeo acabará convirtiéndose, de verdad, en un banco central, emisor e interventor. La cohesión va a ser más fuerte. Pero yo creo que no deberíamos perder a Grecia.
L.M.: Buenas noches, profesor.
D.M.R.: Buenas noches, amigo Luis.

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