A esta tropa, ¿quién la va a votar?

No voy a votar en las elecciones parciales del Ateneo de Madrid. Solamente se presenta la autodenominada “Candidatura de Convergencia “Carlos París” para la Estabilidad Democrática del Ateneo ¡Construyamos juntos!”. Y no voy a votar por muchas razones, algunas de las cuales figuran en un manifiesto que hemos firmado  significados ateneístas. Pero, además, me es imposible votar a tanta zafiedad, tanta incultura, tanta cutrez.  

Parece mentira que la Candidatura de Convergencia “Carlos París” para la Estabilidad Democrática del Ateneo rompa con tanta violencia con la tradición, con las costumbres ilustradas y con todo lo que representa esta casa desde el levantamiento del general Riego. Este “Carlos París”, entre comillas, es Carlos París, el que fuera catedrático de mi misma universidad. Comparte dirección en el Ateneo de Madrid con Pedro García Bilbao, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos; con Pepe Esteban, editor; y un largo etcétera de personalidades de altura intelectual y proverbial saber.

Llama la atención que una candidatura a la Junta de Gobierno de la hasta hoy Docta Casa, presente un programa que parece escrito por un mono con un teclado incapaz de distinguir las normas más básicas de la sintaxis y de la retórica. Voy a quedarme en lo que llaman “preámbulo” y limitarme a transcribir el texto que Carlos París avala con su nombre y, es de suponer, con su prestigio intelectual.

“La Candidatura (…) la conforman personas con amplia experiencia en la vida y en la gestión del Ateneo, y con alta capacitación, Experiencia y capacitación que son importantes valores en el momento actual”. La sintaxis es lamentable y, además, parece ser que en otros momentos distintos a este la experiencia y la capacitación eran innecesarias.

“La Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo ya está representada en la Junta de Gobierno y en la actual Presidencia actuales y todos la conocéis”. ¿No será la presidencia (con minúscula) la que representa a la Convergencia?. De otra parte, se vuelve a atentar contra las mínimas reglas de la sintaxis. Además, por favor, los usos y costumbres de la casa obligan a un respetuoso “usted”. Eso del tuteo es propio de falangistas.

“Ha sido hasta ahora (y continúa siéndolo) la clave para el sostenimiento de nuestra institución en la forma en que históricamente hemos existido. Esto es: soberanos, independientes, plurales y democráticos. Un Ateneo abierto a la sociedad, pero no dependiente de ningún poder más que el de sus asociados. Vuestro poder”. Si no fuera por la mala sintaxis esto para algunos podría parecer un mitin decimonónico, cosa que no es porque los miembros de la Primera Internacional sabían escribir y hablar. La verdad es que tiene más soniquete de los discursos del enano de El Pardo, aunque los del tirano tenían más enjundia porque se los escribía Azorín.

“Vivimos tiempos difíciles y ello tiene, por fuerza, incidencia en el Ateneo. Ahí donde cobra toda su virtualidad la Convergencia para la Estabilidad. Con la perspectiva que nos proporcionan ya cinco años de crisis mundial, podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que sin esta Convergencia de esfuerzos constructivos, el Ateneo de Madrid podría haber sucumbido”. Me rindo y ya no diré nada de la estructura lingüística. Esta verborrea, ¿de dónde sale?. Es como la diarrea del dios de la retórica tras una borrachera.

“El momento es duro. Pero el Ateneo, históricamente, sabe resistir, debe resistir, y resistirá. ¡Nadie lo dude!”. La sintaxis, Dios mío, la sintaxis… Da la impresión que la candidatura de Carlos París no es para la Junta de Gobierno del Ateneo sino para la batalla de Lepanto o la toma del Palacio de Invierno, cuando la realidad está más cercana a aquel “con viento de levante” de la bizarra toma de Perejil.

“El secreto, sus socios y socias. Sus empleados y empleadas también. La [sic] personas –todas- que hacen –que haceis, que hacemos- a diario el Ateneo”. Esta es, sin duda, la mejor frase de todo el texto preambular. ¿Y cómo se va a lograr el avance definitivo?. Veámoslo a continuación.

“Con su Reglamento y normativa democráticos. Con sus cauces participativos. Con la convivencia. Con la civilidad. Valores ahora más que nunca necesarios en un clima de solidaria cooperación y unidad para la difusión de las ideas y de la cultura. La Convergencia representa –sigue representando- precisamente eso”. Ya dejé de lado la sintaxis, aunque el cuerpo me pide volver al asunto. ¿Solidaria cooperación?... bien, bien… ¿Hay cooperación insolidaria?... Gran tema para quien escribiera acerca de la civilización nuclear, el profesor París. Y también habría una buena posibilidad para investigaciones freudianas, atendiendo a cómo coloca minúsculas y mayúsculas esta candidatura “parisaica”. Y siento mucho que el programa que empleo, tal vez por desconocimiento, no me permita diferenciar en el panfleto las cursivas y las negritas, porque, la verdad, el asunto no tiene precio…

También los curricula tienen sus bemoles. Uno “es autor de un amplio número de artículos en revistas especializadas en Derecho y Pensamiento”. Otro “entre 2004 y 2010 estudia oposiciones en la Biblioteca del Ateneo (…) y pertenece a varias organizaciones políticas, sindicales y ecologistas”. Otro más “fue militar durante nueve años, licenciado con honor”, figura inexistente en el ejército español y que refleja solamente que no se pudo reenganchar más veces, porque el máximo antes de pasar a profesional permanente es de nueve años. Una candidatura ejemplar, sin duda.

Del programa electoral no hablaré, porque no me gusta discutir de palabrería hueca y no entiendo mucho de las patologías asociadas a las heces en melena. 

Bien decía Ignatius J. Reilly que ya no hay “ni geometría, ni teología, ni decencia, ni buen gusto”. Los que conocemos la geometría mistérica entendemos muy bien lo que quiso escribir John Kennedy Toole.

Comprenderán, amigos, que a esta tropa no le dé ni la sal que aconsejan las viejas escrituras.

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