La formación de un profesor


Hace un par de meses tuve un examen de economía política internacional en la facultad de derecho, concretamente con el grupo que sigue el doble grado de derecho y ciencias políticas. Después estuve charlando en el bar mientras tomaba unas cervezas con unos cuantos alumnos, de los más brillantes del grupo. Están en cuarto curso. Les queda uno porque el grado doble es de cinco. Charlamos de la dicotomía entre especialización y visión global, de las diferencias en las distintas tradiciones universitarias. No voy a ocultar que me tienen, en general,  por un buen profesor pero, sobre todo, por lo que tiene de observación metodológica, me gustó mucho otra cosa: la mayoría de mis alumnos aprecian en mí una forma de dar clase de tradición inglesa. Me parece que me identifican con el típico profesor de las películas: el club de los poetas muertos y esas cosas. Siento una enorme satisfacción. Pero, después de dejar a los estudiantes, me puse a pensar.


Estudié economía según el plan de 1973, el de Villar Palasí, que después fue modificado en no sé qué año, ya en democracia, para que los doctores en una disciplina pudiéramos acceder a los estudios de doctorado de otra si la facultad correspondiente creía que nuestro currículum nos acreditaba  y tras hacer, como era obligatorio en el plan anterior, una memoria de acceso. Así seguí yo los cursos de doctorado, primero en economía y luego en antropología.

Me puse, no sin nostalgia, “señardá” que decimos los asturianos, a recordar las asignaturas cursadas. Tal vez sumen un perfil menos técnico que lo que hoy ofrecemos en las universidades pero las veo mucho más “humanas”, mucho más “renacentistas”. La especialización es necesaria porque con ella progresamos y de ella viven los profesionales pero, al menos para un profesor, no basta.

En las encuestas que realizan los estudiantes salgo bastante bien parado. Mi media está muy por encima de la media de la universidad y mucho más por encima de la de la facultad de economía. También es verdad que tengo una importante desviación típica que, para quien no sepa de estadística, significa, más o menos, que mis alumnos me aman o me odian. Lógico. Doy las clases sin apuntes, no llevo nada como guión, no empleo el “power point”, salto de una cosa a otra y, como buen asturiano, hablo muy rápido. Pero hay una cuestión importante, al menos para mí. Junto con las encuestas tipificadas los estudiantes pueden hacer valoraciones por escrito. Muy pocos lo hacen y normalmente son los que valoran bien el trabajo de su profesor, aunque yo conservo una valoración de 1992 de un alumno que escribió esto: “es el peor profesor que tuve en mi vida”. El caso es que mis alumnos me califican en sus encuestas de “profesor muy culto”. Pero eso, ¿qué significa? Un profesor de universidad debería ser, por definición, “muy culto”. Lo que reflejan esas encuestas es que yo, seguramente mucho menos competente que otros compañeros, pongo en relación lo económico con lo social, con la religión, con la antropología, con la cultura. Yo pongo ejemplos de cine, recito poesías, cuento leyendas asturianas, hablo del libro de los reyes, de fútbol o de la independencia norteamericana. Para los estudiantes eso es ser “culto”.

Como creo que somos hijos de quienes nos enseñaron, aunque no fueran tan extraordinarios como desde este instante los podemos ver, yo me debo a mis profesores y, también, a un programa de estudios sobre el que se apoyaban. Este que copio a continuación fue el mío. Creo que era un buen programa porque contribuyó a darme una visión del mundo. Estas asignaturas son las que cursé. 

Primer curso de economía (obligatorias):

Introducción a la economía
Álgebra
Topología 
Estadística descriptiva
Historia económica mundial
Contabilidad financiera
Teoría del estado
Derecho constitucional

Segundo curso de economía (obligatorias)

Microeconomía
Macroeconomía
Cálculo diferencial e integral
Historia económica de España
Estructura económica mundial
Derecho civil
Derecho mercantil
Sociología

Tercer curso de economía (obligatorias)

Economía internacional
Cálculo de probabilidades
Estadística de poblaciones
Inferencia estadística
Política económica
Estructura económica de España
Hacienda pública
Sistemas fiscales
Economía de la empresa
Inglés

Cuarto curso de economía

Dinámica estructural (obligatoria)
Econometría (obligatoria)
Economía regional (optativa)
Economía agraria (optativa)

Quinto curso de economía

Información y modelos aplicados al estudio de la economía (obligatoria)
Sistema económico español (obligatoria)
Economía regional y urbana de España (optativa)
Economía y sociedad rural de España (optativa)

Memoria para optar al doctorado en economía

“Las evaluaciones socieoeconómicas de impactos ambientales: importancia y conveniencia de su aplicación en la política ambiental”

Doctorado en economía (optativas)

Pensamiento económico español
Economía de la defensa
Economía de la sanidad
Internacionalización del sistema capitalista
Economía y planificación en la Unión Soviética
Integración y nacionalismos en Europa
Sociología del medio ambiente

Memoria para optar al doctorado en antropología

“La familia como institución económica y el papel de la mujer. Aproximación crítica a la teoría neoclásica de la reproducción”

Doctorado en antropología (optativas)

Antropología cultural
Antropología económica
Antropología de género
Antropología visual
Antropología del desarrollo
Cambio social en las comunidades rurales
Ideologías y prácticas de los feminismos

Tesis doctoral en economía

“Aproximación a la economía ecológica y ambiental. Planteamientos teóricos, instrumentos y políticas”

Tesis doctoral en antropología

“Los ritos de reciprocidad en la cultura tradicional asturiana. Estudio de la espicha, el magüestu y el samartín”

Este es mi curriculum de estudiante. Sinceramente, creo que es mejor que el actual. Tal vez esté entrando en el club de “los nuevos reaccionarios

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