La incógnita económica de Podemos (Diana de Miguel y Aida Collado)



Expertos asturianos aventuran el devenir del país ante una hipotética victoria del partido revelación.  Algunos hablan de “catástrofe”, con subida de la prima de riesgo y fuga de capitales, y otros ven una socialdemocracia asumida ya por Europa.
Podemos ha aterrizado entre los economistas asturianos como lo ha hecho en toda España: generando variedad de opiniones. Al margen de la corta o larga distancia ideológica que les separa del partido –distinta en cada caso-, la mayoría coincide en que la formación seguirá moderando su discurso hasta las elecciones. Están convencidos de que a medida que se cocine el partido, sus medidas más controvertidas menguarán. Así las cosas, falta, claro, un programa definitivo que separe el grano de la paja, despeje todas las incógnitas y permita a los expertos realizar un diagnóstico fiable de cómo se comportarían los mercados ante una posible victoria de la fuerza política revelación.

Aún así, la pregunta que está en el aire y que les lanza “El Comercio” es sencilla: al margen de las acciones que ejecuten una vez llegados al gobierno, ¿traería consecuencias económicas el simple hecho de que Podemos ganase las elecciones? Las respuestas dibujan distintos escenarios, desde “la catástrofe económica más absoluta, comparable con una guerra civil, con la prima de riesgo disparada y fuga masiva del capital, con tensión y racionamiento”, que vislumbran economistas como Juan Velarde a una socialdemocracia conocida y asumida por Europa que no arrojaría cambios drásticos. “Ningún gobierno de la Unión Europea puede dar pasos extremos en casi nada, salvo que apueste por un modelo norcoreano. En las primeras elecciones, Adolfo Suárez dijo en televisión que votar al PSOE era votar una sociedad autogestionaria colectivista de base marxista”, analiza David Rivas, profesor titular de estructura económica en la Universidad Autónoma de Madrid. Pero, al final, completa el catedrático Javier Suárez Pandiello, “ganaron los socialistas y no pasó nada. A muchos les va bien jugar al apocalipsis con el tema del miedo, pero, siendo un poco realistas, creo que no será para tanto”.
Al margen de las discrepancias sobre el efecto que tendría la victoria electoral de Podemos, lo cierto es que el rechazo “por irrealizables” de una buena parte de las recetas económicas que han puesto sobre la mesa es casi unánime. Algunos economistas, como Rivas, puntualizan, eso sí, que, a día de hoy, la formación carece de un programa económico y que lo que ha presentado es “un planteamiento crítico sobre el actual modelo capitalista”. “Como los malos sofistas, Podemos ha edificado un programa a través de tres verdades compartidas por todos: privilegios, puerta giratoria y corrupción”, apostilla Joaquín Mastache.
¿El resultado? Planteamientos, en muchos casos “absurdos” y que van, según plantea Manuel González Díaz, especialista en la economía de las organizaciones, “contra los principios básicos del funcionamiento eficiente de empresas y organizaciones y que acentuarían más nuestra elevada tasa de paro”, como no poder utilizar el despido disciplinario mientras una empresa tenga beneficio. David Rivas habla también de “planteamientos absurdos como los de los salarios máximos o el modelo de regulación laboral”. O “disparates”, apunta Mastache, como revertir la reforma laboral o el de las pensiones, adelantando la edad de jubilación a los 60 años, “cuando la expectativa de vida es de 85”, la recuperación de una banca pública, la refinanciación de la deuda o la integración europea.
Son precisamente las medidas que afectan directamente a nuestras obligaciones como miembros del “club llamado Europa”, según analiza Miguel de la Fuente, las que más controversias generan. “Con esas propuestas es difícil que cuadren los números y podría haber consecuencias de cara al exterior. La prima de riesgo volvería a subir y eso se reflejaría en los presupuestos con más dinero para el pago de intereses y de la deuda y menos para las inversiones productivas. Es un programa hecho con los deseos, más que con las realidades”, concluye De la Fuente.
Ramón Suárez, director de la sociedad de inversiones Essentia, completa su argumento. Considera una auténtica “atrocidad” el solo hecho de que alguien se plantee la posibilidad de vivir fuera de la UE y del euro. “Sería dar un salto en el vacío y pasar a ser un país no desarrollado en cuestión de trimestres”. Recuerda que España tiene “unas necesidades acuciantes de captar dinero y una parte muy importante del exterior –a los brutales niveles de endeudamiento público y privado, se suma la deuda exterior, de aproximadamente un 120 por ciento del PIB-, que tiene que cumplir con el objetivo de déficit y que necesita refinanciar su deuda”.
“El mercado no te va a dar ese dinero que necesitamos si ni hay una alternativa de gobierno seria”, apostilla. Considera que el “esbozo” del programa económico que han dado a conocer está plagado más de “ocurrencias” que de “políticas económicas que se hayan testado”. “Han pasado de la utopía con la que concurrieron a las elecciones a un texto voluntarista que está muy alejado de la realidad”, resume.
También Ángel de la Fuente, director del FEDEA, hace hincapié en los efectos negativos que tendrían muchas de sus medidas y no sólo en los mercados. “Están planteando dar marcha atrás a la reforma laboral cuando llevamos décadas con una tasa de paro que multiplica por más de dos la de Estados Unidos o la de nuestros socios europeos y apuestan por crear una banca pública cuando tenemos experiencias que han sido nefastas. De entrada habría un problema grave. El efecto sería malo para el empleo, para el país y para todos los ciudadanos”, argumenta.
Pero ello no quiere decir que todas las propuestas de Podemos sean irrealizables o equivocadas. Algunas, como el salario social o renta básica, “que ya existe en el País Vasco e incluso en algún estado de Estados Unidos, no es ningún despropósito”, defiende Rivas, aunque requeriría “una redefinición”. En resumen, la conclusión de los expertos parece clara: Podemos acierta en el diagnóstico pero se confunde al aplicar la medicina con “planteamientos que económicamente no están claros y que llenan de incertidumbre a los agentes económicos”, sentencia el presidente del Registro de Economistas Asesores Fiscales, Jesús Sanmartín. Casi todos hablan de “indefinición, vaguedad y demagogia” en aspectos como el fiscal y hasta de “despropósito” con ideas que, a juicio de Florentino Felgueroso, parecen dedicadas “a un país autárquico, de economía cerrada, no de una economía abierta”.
Al margen de las críticas, son muchos los que reconocen su mérito por haber sabido centrar el debate público, no en la política exterior o la ideología, ni en grandes cuestiones abstractas, sino en lo que realmente afecta a la gente, a su vida diaria, en la economía. También por haber conseguido que los dos grandes partidos despierten, dice Mastache, “de su aburguesamiento intelectual”. Pero, sobre todo, por haber abierto el debate provocando una reacción política desconocida en democracia. “Se puede tener o no una banca pública. Se puede nacionalizar o no la energía. Pero lo importante es que se abra un debate que se cerró desde el gobierno en los años ochenta. ¿Por qué no abrir la discusión? Esa posibilidad se la debemos a Podemos. De hecho, Berlín y París han decidido remunicipalizar la privatizada gestión del agua y allí no gobiernan ni bolcheviques ni bolivarianos”, concluye Rivas.   

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