“La variante, para tren convencional; el AVE es un error ecológico, económico y social”



José A. Ordóñez: El asturiano David M. Rivas (Gijón, 1957) es profesor titular de estructura económica en la Universidad Autónoma de Madrid. Su visión de la evolución económica y de las políticas de desarrollo  adoptadas en Asturias es tan original como rompedora. Asturias: de 50.000 a 100.000 parados y la menor tasa de actividad. ¿Qué hemos hecho mal?
David M. Rivas: El principal error ha estado en la mala planificación y concreción de las ayudas, tanto europeas como estatales. En su momento fueron impresionantes y permitieron grandes negocios y grandes inversiones, pero a la vuelta de unos años nos dimos cuenta de que quedaron en nada. Un ejemplo: en los valles mineros no se consiguió  que alguna empresa siguiera en pie cuando se acabó el dinero. Es una decepción tremenda que descubre dos problemas. Por un lado, que tenemos un empresariado débil  y muy pegado a la subvención y, por otro, una política económica  que permitió  un modelo, en mi opinión, clientelar. La industria clásica, la de bienes de equipo, la metalmecánica, es la que está resistiendo. Es la vieja empresa, que recibió muchos menos fondos. Se hizo mal lo que tuvo más subvenciones y fue más planificado desde los poderes públicos.

J.A.O.: ¿No nos sirve la excusa de las carencias en infraestructuras?
D.M.R.: El complejo de Sáhara ya no está justificado. El problema es que hay una especie de síndrome que hace que cuando hablamos de aislamiento pensemos siempre en Madrid. Pero ir hoy a Galicia no es un camino de rosas y no digamos ya viajar de Gijón a Ibias. El cuello de botella al sur es el menor que tenemos. Siempre se habla de grandes corredores y de grandes velocidades, pero para mí, el AVE es un error ecológico, social y económico. Y en eso coincido con Juan Velarde, aunque somos de escuelas diferentes. Alemania tiene la tecnología pero no tiene Ave. Curioso, ¿verdad? En el caso de Asturias lo normal es que el AVE llegara desde Madrid a León y que, desde ahí, salgan corredores  de velocidad alta, que no de alta velocidad, para Galicia y para aquí. Lo que no se puede es ahogar al tren convencional. El turista que viaja un día a lo mejor lo hace en el AVE, pero el usuario habitual  del tren volvería a la carretera por los precios de la alta velocidad.
J.A.O.: Pero los túneles ya están excavados, con tres mil millones…
D.M.R.: Pueden ser utilizados perfectamente por los trenes convencionales, por el Alvia, para reducir el tiempo de viaje a León, que dura tres horas y es el verdadero problema. Por cierto, ahora nos enteramos por “La Nueva España” de que por los tubos no podrán pasar mercancías peligrosas o muy pesadas. ¿Dónde estaban los ingenieros que salen de la Universidad de Oviedo, que no advirtieron de ello? No se sabe.
J.A.O.: Ha sido muy crítico con el modelo económico de Asturias. ¿El tiempo le ha dado la razón?
D.M.R.: Si no en todos los extremos, sí en la mayoría. Yo critiqué la ampliación de El Musel, pero era un dinero al que no deberíamos renunciar. Tendría que haberse dedicado a reforzar la complementariedad de los puertos de Gijón y de Avilés, a mejorar ambas orillas de la ría del Navia, o a Figueras, donde parte de los astilleros se trasladaron a Galicia porque, a pesar de ser rentables, casi nunca les llegó ningún apoyo. En el caso de la regasificadora apenas se oyeron críticas. ¿Es que el 99 por ciento de la gente que sabe algo  estaba de acuerdo con el modelo energético que se nos planteaba? Asturias tiene un problema en el entramado que hay entre la empresa, la administración, la universidad y los sindicatos. Perjudica al conocimiento, a la productividad y al desarrollo del país.
J.A.O.: ¿Hay forma de evitar la deslocalización de la gran empresa?
D.M.R.: Es difícil. Una Mittal es más fuerte que el gobierno de Asturias. Lo que tenemos que hacer  es replantear el tema de la cualificación. Que se sepa que es rentable estar en Asturias si se organizan las cosas. A pesar de lo que hemos perdido, tenemos una mano de obra muy cualificada. El problema de la baja productividad se debe fundamentalmente  a la estructura empresarial, sobre todo en el segmento intermedio. El gobierno debe hacer un ejercicio de pedagogía y enseñar  que hay otras formas de hacer.
J.A.O.: ¿Por ejemplo?
D.M.R.: No todos los ayuntamientos tienen que tener una facultad o un auditorio. Es el despilfarro. Si ponemos la aguja de un compás en Posada de Llanera, en un radio de 25 kilómetros están La Laboral, el Jovellanos, el Niemeyer, el Palacio Valdés, el Calatrava, el Campoamor, el auditorio Príncipe Felipe, el Filarmónica, el auditorio de Pola de Siero. Y toda esa densidad, que no la tiene ni Madrid, para 500.000 personas. El desarrollo no es llenarse de AVE o museos, sino, por ejemplo, darse cuenta de que en Asturias hay un grave problema de conexión inalámbrica en el medio rural. ¿Autovías? La “minera” ha servido para que la gente siga trabajando en Sotrondio pero viviendo en Gijón. Otro problema que tiene Asturias es que las cosas se hacen sin datos o con datos falsos. No hemos visto llegar ni un coche del puerto seco de Venta de Baños, cuando iban a llegar cinco mil al trimestre.
J.A.O.: Fondos mineros.
D.M.R.: Un pozo sin fondo y todo un ejemplo de lo que no se debe hacer. Se utilizaron con criterios políticos y clientelares, de manera irracional. Asturias recibió mucho dinero y no se aprovechó, con el agravante de que se veía que en la siguiente ampliación de Europa hacia el este lo íbanos a perder, y tampoco aprovechamos los acuerdos del Protocolo de Kioto. Una de las grandes ventajas de Asturias es la gran cualificación de la mano de obra en la minería, en la metalmecánica y en bienes de equipo en general. Pero se fueron haciendo planes lesivos para esa cualificación.
J.A.O.: ¿Por ejemplo?
D.M.R.: Las prejubilaciones tienen que ser más flexibles. Si una persona tiene que abandonar el trabajo, me parece bien, pero si luego aparece una industria que reclama esa mano de obra, se detiene la prejubilación y la persona se integra de nuevo. Si vuelve a haber problemas, vuelve la prejubilación. Así evitamos el problema de no tener soldadores de precisión para hacer gasoductos, por ejemplo, cuando tenemos soldadores en casa con 42 años. Se hicieron las cosas mal. La economía asturiana está muy intervenida, pero sin criterios racionales.
J.A.O.: ¿Y eso?
D.M.R.: No hay razón teórica ni práctica para que una empresa pública funcione peor que la privada. No es problema de titularidad, sino de gestión. Cuando Ensidesa se privatizó y llega Arcelor, esa privatización era muy relativa, dado que entre los grandes accionistas de Arcelor está el Gran Ducado de Luxemburgo. La clave, pues, está en la gestión.
J.A.O.: Carbón.
D.M.R.: Como sector tiene poco futuro. Ahora bien, debería ser considerado estratégico el mantener algunos pozos, pero aquí no sólo se cerraron, sino que unos se inundaros y otros se dinamitaron. El carbón no es el futuro energético y la gente tiene que saberlo, aunque habría que tener alguna reserva.
J.A.O.: ¿Qué receta para Asturias?
D.M.R.: Se debería haber actuado hace diez años. Lo primero es abandonar los mitos del desarrollo. El problema no es tener malas comunicaciones, sino para qué las queremos y hacia donde. Por ejemplo, lo importante en la comunicación con el sur no son los pasajeros. Si Asturias hubiera tenido una variante ferroviaria para las mercancías, Fasa-Renault de Valladolid no estaría exportando por los puertos gallegos sino por Gijón. Además, hay que mantener la industria. La terciarización es un error. Supongo que el gobierno asturiano actual, más prudente y menos megalómano que los anteriores, lo entenderá. Hasta la agricultura, a pesar de su desmantelamiento, presenta cierto mantenimiento, mientras que los servicios, a los que tanto alimentaron, caen en picado. La industria sigue siendo el sector central de nuestra economía. Un gobierno tiene que hacer una política con estas orientaciones y facilitar las cosas a las empresas, pero sin seguir las directrices de la patronal FADE. Hay que saber qué se quiere y decidir sobre lo que se puede o no.