Europa: un paso atrás

Ignacio Hidalgo: Hace dos días fue presentada la nueva composición de la Comisión Europea. Como buen conocedor de la integración europea, ¿qué opinión tiene de los cambios?.

David M. Rivas: Creo que, además de tratarse de una evidente derechización, es un paso atrás en el proceso de integración europea y una victoria de los estados más fuertes. Barroso y su política de componendas le han dado una puñalada a Europa por la espalda.

I.H.: ¿Había otra posibilidad?.

D.M.R.: Casi siempre hay otras posibilidades. Pero lo cierto es que en las últimas semanas las cosas se complicaron mucho. El gobierno de Irlanda, en un acto de irresponsabilidad nacionalista rayana en la idiocia, exigió mantener un comisario. Con eso obligó a un débil Barroso a crear tantas comisarías como estados forman la unión. De esta forma, la idea de un ejecutivo reducido, ágil y pretendidamente más eficaz se esfumó. Además los criterios para nombrar comisarios fueron de lo más pedestre. Por ejemplo, si el presidente era un hombre, los asuntos exteriores deberían recaer en una mujer; si esa mujer era de un estado grande, el presidente tenía que serlo de uno pequeño. Y estos criterios se utilizaron para toda la comisión. Por ejemplo, al frente de la importantísima cartera de energía está ahora Oettinger, quien no sabe prácticamente nada del sector. Por cierto, en la administración norteamericana se hizo un comentario irónico sobre cómo eligen en Europa a sus dirigentes. Allí el presidente es negro y los asuntos exteriores los lleva una mujer -con Bush era mujer y negra- pero no por cuotas precisamente.

I.H.: ¿Por qué califica de irresponsable al gobierno irlandés?.

D.M.R.: Porque su cazurrismo nacionalista ha provocado que, ahora, los propios intereses de Irlanda van a verse perjudicados. Tienen un comisario pero se incrementa el peso de los más fuertes, Alemania y Francia, que no hubieran podido ejercitar demasiada presión si la comisión hubiera estado compuesta por siete o diez miembros. Barroso repartió las carteras en función del peso de cada estado, con lo que Alemania y Francia se llevan, respectivamente, energía y mercado interior.

I.H.: ¿Y el Reino Unido?.

D.M.R.: Otro despropósito. Ya los jefes de gobierno habían transigido hace unas semanas con los deseos de Londres. Brown, salvando las posaderas en uno de sus peores momentos, consiguió que la cartera de exteriores recayese en su candidata, Catherine Ashton. De esta forma, el estado más euroescéptico junto con Chequia acaba por representar a la Unión Europea en el mundo. También en esto contaron los británicos con la ayuda de su sempiterna aliada Irlanda, que bloqueó el Tratado de Lisboa durante un largo tiempo. Gana Gran Bretaña, ganan Francia y Alemania, pierde Europa y pierden los estados más débiles, entre ellos la irresponsable Irlanda y la suicida Chequia. Ahora, eso sí, salvan sus orgullos patrios porque tienen un ministrín.

I.H.: Alemania se queda con la cartera de energía.

D.M.R.: El gobierno de Berlín siempre aspiró a dirigir el departamento de industria porque su gran objetivo es proteger sus conglomerados fabriles, cosa que llevó a cabo con maestría el hábil comisario Verheugen. Pero Barroso puso como condición la no repetición de un estado en una comisaría. Entonces Alemania exigió la de energía, vital para el futuo y clave en las complicadas relaciones con Rusia. Y, a este respecto, conviene no olvidar que el canciller socialdemócrata Schröder trabaja en este momento para Gazprom, el gigante ruso de la energía.

I.H.: Francia.

D,M,R.: Francia también gana con la ocupación de la cartera de mercado interior, una de las principales parcelas de poder en el área económica y que lleva implícita la regulación de los mercados financieros, la gran apetencia de Sarkozy. De todos modos la cartera más potente del área económica es la de competencia.

I.H.: Que le va a corresponder a España.

D.M.R.: Sí, a Joaquín Almunia. El Reino de España no sale mal parado, lo cual era de esperar porque el PSOE fue el único partido importante y gobernante del grupo socialdemócrata que apoyó a un hombre tan derechista como Barroso. España gana peso, seguramente que por méritos propios. La labor de Almunia es muy valorada en los círculos de Bruselas. Es un hombre muy flexible y con gran capacidad para pactar. También es un burócrata eficaz. No obstante, esa sensación de que la cartera de competencia es un agradecimiento de Barroso empaña un tanto las cosas.

I.H.: En definitiva ¿quién gana entonces con esta nueva configuración?.

D.M.R.: Sobre todo Francia y Alemania. Después no quedan mal el Reino Unido y España. Pero quien de verdad gana es el propio Barroso, un auténtico equilibrista. El posiblemente más gris euroejecutivo de la historia ha resultado ser un buitre de la política, un oportunista muy bien adaptado. No sólo consiguió salir reelegido sino que consiguió que el presidente del consejo, Van Rompuy, esté al margen de las políticas reales y, algo muy importante, del presupuesto comunitario, que las va a dirigir Barroso directamente. Además, tampoco Ashton va a tener el peso que tenía Solana. Éste dependía de los estados y podía representar un cierto contrapunto, pero aquélla sólo debe obediencia a Londres y al propio Barroso.

I.H.: Las críticas a su liderazgo son muchas.

D.M.R.: Sí, pero eso a Barroso le trae sin cuidado. Este portugués simpático y poco brillante no pretende ser Delors, ni mucho menos Adenauer o Monet, y se ha puesto como objetivo manejar eficazmente una nave cuyo rumbo marcan los estados. Pertenece a la estirpe de los políticos oscuros. Es del tipo de Rajoy. También son de este tipo Aznar y Rodríguez Zapatero, pero Aznar tenía accesos de bonapartismo tragicómico y Zapatero es famoso por sus ocurrencias casi chistosas. Barroso no pretende pasar a la historia como un constructor de Europa sino como un buen funambulista al que, en medio de una crisis económica e institucional, todos pretenden derribar y ninguno lo consigue. De hecho, a él se le puede atrubuir que el escollo irlandés para el Tratado de Lisboa se superase, practicando una política que no puede ser calificada sino como coacción a la ciudadanía de Irlanda.

I.H.: ¿Y quién pierde en esto?.

D.M.R.: Sobre todo los ciudadanos, que seguimos gobernados por una comisión que no elegimos y que ahora, más que nunca y con gran evidencia, es un grupo de delegados gubernamentales repartiéndose dinero y áreas de influencia. También salen mal parados los estados más débiles que, aunque paseen un ministrín por las televisiones, pintarán bien poco. Quedan en mal lugar también muchas regiones, landers, departamentos, condados, comunidades autónomas, etcétera.

I.H.: Usted siempre fue muy europeísta y parece claro que este último movimiento no le gusta mucho.

D.M.R.: Tiene razón. Esta era una ocasión magnífica para pasar de una Europa de los estados a una Europa de los ciudadanos. Lo defendía hasta un chovinista como Giscard d’Estaigne. Pero hemos ido para atrás.
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Comentarios

  1. Mui bono, David. Pero una entruga: ¿esti cambiu significa dalgo p'Asturies?.

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  2. Los asturianos, como los demás europeos, siguimos tando al marxe de la euroburocracia. Nun cambiara nada pero agora amósase entá con más claridá. Tamién podemos pensar que'l fechu de que la enerxía tea nes manes d'un alemán podría perxudicar a les polítiques de reserves estratéxiques de carbón. Pero eso depende más de como xestione'l gobiernu español y qué presión faiga l'asturianu que de la mesma comisión.

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  3. Profesor de filosofía3 de diciembre de 2009, 22:52

    David, yes mui pedagóxicu. A los economistes ye difícil entendevos pero tu yes mui claru. ¿Nunca pensaste en facer na rede una especie de guía simplina, con entrugues y respuestes?. Nel asturianoismu hai muncha inorancia d'estes coses.

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